A diferencia del cortijo andaluz, de uso exclusivamente agrícola, las caserías de Jaén sirve también como lugar de residencia. Situada únicamente en los alrededores de la ciudad de Jaén, la casería servía de lugar de descanso para los notables jienenses que abandonaban la ciudad en los días de mucho calor para refrescarse. De ahí la vegetación más diversa presente en la propiedad: pinos, palmeras, jazmines.
Así, dos edificios constituyen la casería: uno de uso agrícola, habitado por los caseros (que viven allí todo el año), y otro de uso privado de los propietarios. Estos dos espacios estaban conectados por un “patio” con múltiples usos: recoger aceitunas y limpiar las redes durante la recolección de la aceituna, lavar la ropa, elaborar helados artesanales durante el verano.
Además, una tradición muy antigua justifica el nombre de “Casería de Jesús”. Cuenta la leyenda que una tarde de 1580, un anciano pidió asilo allí para pasar la noche. Después de cenar, el anciano pidió a sus anfitriones que le trajeran un tronco de árbol a su habitación para poder tallar en él la imagen de Jesús como agradecimiento por la acogida recibida.
Al día siguiente, los dueños, sorprendidos de que el anciano no daba señales de vida, entraron a su habitación y no sin asombro encontraron que había desaparecido, dejando en su lugar una hermosa imagen de Jesús Nazareno, hoy conocido familiarmente con el nombre de “Abuelo”. ”.
La imagen se llevó al Convento de los P.P. Carmelitas descalzos de la Puerta de Granada y fue origen e inicio de la cofradía más popular de Jaén, la de N.P. Jesús Nazareno, talla muy venerada por los jiennenses en su Semana Santa.
Otra versión afirma que en la cuadra de la Casería, una madrugada, un mulo que se hallaba muy inquieto dio una coz en la pared frente a los pesebres. La pared se vino abajo y el mulero observó asombrado la existencia de una habitación en la que había una bella imagen de Jesús Nazareno alumbrada por una pequeña lámpara de aceite.
No obstante, aparte de las posibles creencias en algunas de estas leyendas, lo que sí está documentado es que la Casería perteneció desde el siglo XVIII a los PP. Carmelitas Descalzos, los cuales evangelizaban aquellos parajes y disponían de un molino de aceite, con su prensa de viga y tinajas. En la actualidad se conserva en la Casería una puerta de madera con el escudo de esta congregación religiosa.